jueves, 1 de marzo de 2007

Cancún

Las cálidas playas evocan el pasado y el presente que se entrelazan en el turístico destino. En la brisa del atardecer, las olas turquesas rompen contra una pequeña punta rocosa color gris, las hojas de las palmeras se mecen suavemente y un pelícano sobrevuela la orilla de la playa de arenas níveas como un comensal indeciso que no sabe qué elegir del menú para esta noche. Yo también me dejo mecer por la brisa, hundida en mi hamaca debajo de una "sombrilla" de playa hecha con hojas de palmera, en un hotel pequeño y ecológico al sur de las cautivantes ruinas mayas de Tulum, en la costa caribeña de México.
Después de viajar 120 millas al Este desde las venerables pirámides mayas, a través de pueblos coloniales en tonos color pastel y poblados con chozas selváticas, hacia la zona hotelera, estilo Las Vegas, de Cancún, no puedo dejar de pensar en los contrastes. Los turistas y los locales, lo ancestral y lo moderno, el lujo y la pobreza. Es como pasar del glorioso pasado de México a su difícil presente y seguir hacia un futuro que mira hacia el exterior. Y preguntarse, ¿qué le deparará ese futuro al presente y pasado?
Cancún cumplió el propósito para el que fue creado. Le da a México 6,000 millones de dólares en ganancias anuales y ofrece algunos de los empleos mejor pagados del país. Los huéspedes de los lujosos complejos hoteleros de Cancún quizás no piensen dos veces en gastar 500 dólares en un día de vacaciones, pero los trabajadores de la industria hotelera se sienten muy afortunados de tener un codiciado trabajo que pague 400 dólares al mes. La paga es tan buena para los estándares locales que ha habido un flujo masivo de mexicanos que migraron al centro turístico en busca de empleo.
"En todos los poblados hay personas que se fueron a trabajar a Cancún o EU", ha dicho Bianet Castellanos, profesora de la Universidad de Minnesota que estudia los efectos de la economía turística de Cancún en las comunidades mayas. Pero la mayor parte del dinero en efectivo que los turistas traen todos los años a los centros turísticos sobre la costa, se queda allí, principalmente en los bolsillos de las corporaciones propietarias de dichos centros. "El mundo que ven los turistas no es el mundo al que puedan acceder aquellos que lo sostienen", dice Dominique Rissolo, arqueóloga que trabajó con los mayas durante 15 años. Afortunadamente, a pesar de lo misteriosas y cautivadoras que son las ruinas mayas y lo hermosas que son las playas, me fue imposible no ver el verdadero país en todos los lugares que recorrí.
Vi a un hombre muy delgado con el torso descubierto, que cargaba un gran fardo de leña sujetado en la frente, salir en forma inexplicable de la selva junto a la carretera de cuota que atraviesa la península de Yucatán. Junto a la carretera libre que corría paralela, observé cómo unos niños y sus padres jugaban un emocionante partido de futbol con una pelota hecha con trapos, mientras las madres y hermanas miraban desde sus chozas en sus inmaculados vestidos huipil bordados. En la amplia plaza frente al Convento de San Bernardino de Valladolid, un monasterio de la década de 1550 en el corazón de una alegre ciudad colonial, un grupo de hombres miraba un partido de futbol en una televisión un poco borrosa colocada sobre un pedestal improvisado. A unas 25 millas de distancia, las hordas de turistas y vendedores de recuerdos invaden el impresionante complejo de Chichén Itzá, desde la pirámide central, El Castillo, con su escalera de 91 escalones hacia el cielo, al cenote sagrado, un gran pozo de agua natural verde oscuro custodiado por iguanas. Entre los templos y plataformas se encuentran esculturas de jaguares, serpientes, cráneos amenazantes y guerreros.
Los domingos, cuando el ingreso a los sitios arqueológicos es gratuito, los residentes se bañan alegremente en la angosta playa debajo del acantilado de 40 pies donde se encuentran las ruinas más fotografiadas del Caribe: El Castillo del Siglo XV de Tulum. El lugar y el pequeño poblado que llevan el mismo nombre se encuentran a 80 millas hacia el sur de Cancún sobre una autopista similar a la que conecta los Cayos de Florida. Conduje a través de selva densa, de innumerables entradas cercadas a centros turísticos, varios parques con lagunas y lugares comercializados para bucear en cuevas y la ciudad de explosivo crecimiento Playa del Carmen, cuyo distrito de compras con molestos vendedores ambulantes hace que se parezca demasiado al sitio para excursión de cruceros que en realidad es.
La carretera que une Cancún y Tulum se está ampliando de dos carriles a cuatro, y eso puede aumentar la presión del desarrollo en Tulum. Pero por ahora, el leve aspecto turístico desaparece al sur de las ruinas de Tulum, donde la carretera se esconde detrás de mangles para conducir a la playa y a grupos de chozas con quinchos iluminadas por velas y protegidas de los mosquitos por mallas, en las que viven turistas y locales por igual, y que reemplazan los centros turísticos con aire acondicionado y rodeados de albercas. "Esto todavía es para nosotros", decía el camarero en Zamas, mi hotel, mientras me servía la cena -un pescado boquinete entero en salsa de achiote fuerte y picante-, señalando hacia la oscura franja de la playa y el mar del que habían pescado mi comida hacía pocas horas. A la mañana siguiente, salí a navegar en una embarcación a rayas azules y amarillas con dos buzos locales, una familia de Nueva York y una pareja de Texas. Nadamos junto al arrecife observando tortugas, malhumorados meros y peces negros y redondos con manchas azules fluorescentes que se alejaban entre brillantes abanicos púrpura y "cerebros" amarillos de coral. A solamente 200 yardas, las ruinas de Tulum se destacan sobre el acantilado gris, con sus plataformas bajas y robustas, sus columnas en forma de serpiente y su friso con el Dios Descendente, tan majestuosas y reales como las deben haber visto los conquistadores españoles que navegaron por primera vez hacia el centro de comercio, todavía ocupado por los mayas, en 1518.
Si visitas... CANCÚN:
Información turística en http://cancun.info o http://rivieramaya.com.
CÓMO LLEGAR: el Aeropuerto Internacional de Cancún brinda servicio a la ciudad y a la Riviera Maya. A menos que pienses quedarte en un centro con todo incluido y realizar visitas en autobús a las ruinas, conducir un automóvil es la mejor manera de visitar la región. Puedes alquilar un automóvil en el aeropuerto y, además de una cantidad desmesurada de topes para reducir la velocidad, no hay ningún peligro inusual acechando en las carreteras.
AÉREO: las principales aerolíneas comerciales realizan viajes diarios a Cancún. El billete de ida y vuelta fluctúa entre los 350 y los 570 dólares.
ALOJAMIENTO: la mayoría de los aproximadamente cien hoteles en edificios altos en la zona hotelera de Cancún fue restaurada completamente después del huracán pasado. Los que se encuentran a lo largo de la Riviera Maya casi no sufrieron daños. En Tulum hay dos excelentes hoteles con chozas: Zamas, http://zamas.com, y Maya Tulum Resort, http://mayatulum.com a partir de unos 120 dólares por noche en la temporada alta (diciembre-mayo).

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